Como todos los años al terminar un ejercicio suelo coger un folio en blanco y reflexiono sobre lo que ha ocurrido durante el mismo.
2020 es un año para olvidar. Un año, que como cualquier otro ha dado alegrías y penas de forma individual, y que a nivel sanitario y social nos ha traído una pandemia mundial que ha marcado un antes y un después que ha condicionado y condicionará nuestra forma de vida, nuestra forma de relacionarnos, nuestra forma de trabajar….
En enero de 2020, cuando completaba el balance del año anterior anticipaba un 2020 muy complicado a nivel empresarial. Nunca imagine que tanto. Desconocía lo que significaba la palabra pandemia. No me imaginaba que podían prohibir el trabajar, que podían confinarnos, que podían establecer horarios para salir a la calle o toques de queda, que se iban a limitar los grupos de reunión, que se iba a paralizar el deporte, la cultura….no me imaginaba abrazar a clientes, proveedores, colaboradores y amigos desesperados por la coyuntura que nos rodeaba y las decisiones tan duras que han tenido que tomar. Y eso sin mencionar el impacto en el ámbito personal.
Por muchos aspectos, si en mi mano estuviera borraba el año del Covid-19 y mandaba repetir de cero. No puede ser. Lo único positivo del Covid-19 ha sido el recordatorio que nos ha hecho: “la salud es lo primero, no te olvides. Cuida de ti y de los tuyos. Protégete y protege”.
Volviendo al ámbito de mi empresa, he de reconocer que la pandemia paralizó muchos proyectos. Fue un frenazo en seco. Encarábamos marzo con una persona menos en el equipo. Por causas objetivas tuve que prescindir de un compañero. En la decisión nada tuvo que ver el Covid-19, es más, cuando tome la decisión apenas se hablaba o se citaba lo sucedido en Wuhan (seguro que cualquiera somos capaces a estas alturas de ubicar esta ciudad China en el mapa). Comenzábamos el año dándonos con un canto en los dientes y faltando a nuestro compromiso de recuperar el puesto perdido en 2019. No solo no creaba un nuevo puesto, si no que prescindía de otro.
Decisión dura, complicada, triste… y sin embargo necesaria. Había que reducir el equipo para mantenernos y crecer. Un presidente americano, no el actual, ni mucho menos dejó una cita que este año me ha ayudado mucho: “La mejor decisión es la correcta. La segunda mejor decisión es la incorrecta. La peor decisión, la que no se toma”. Había un cambio de estrategia en base a la estimación de carga de trabajo prevista y a nuestro mercado potencial. Económicamente, el resultado del ejercicio avala el acierto de la decisión tomada, y sin embargo no puedo estar feliz por ello.
Este año hemos compensado las pérdidas de 2019 y además obtenido beneficio. Probablemente, aun sin haber cerrado del todo el ejercicio de 2020, este vaya a ser el mejor resultado desde la creación de la empresa en el año 2014. Es consecuencia de las oportunidades que se han dado dentro de la pandemia y que a nosotros nos han servido para trabajar y contribuir a implantar medidas para reducir el riesgo de contagio en diferentes empresas e instituciones. Hemos realizado más de 30 planes de contingencia, hemos realizado innumerables revisiones de planes de contingencia o protocolos de actuación frente al Covid-19, hemos difundido información gratuita, hemos impartido webinars y formaciones presenciales (incluso a nivel estatal) en materia de Covi-19, hemos cedido recursos para ayudar a implantar medidas incluso en residencias de personas mayores cuando todavía el Covid-19 era un gran desconocido y los medios machacaban a los y las enormes profesionales que han luchado sin cuartel para minimizar el impacto del Covid-19 en los más vulnerables….
Estoy más orgulloso que nunca de lo que hemos hecho, porque nunca hemos tenido que trabajar en una situación como esta y lo hemos hecho como nunca. Como no agradecer a mi compañera Nora su esfuerzo. ¿Cómo no agradecer a Mikel, mi socio en otra de las empresas del grupo (Mitaldea) su apoyo y su respaldo? ¿Cómo no agradecer a mis clientes su confianza y su cariño? ¿Cómo no agradecer a mis colaboradores su implicación y apoyo incondicional? ¿Y cómo no agradecer a mi familia y amigos aguantarme, animarme y recordarme que siempre están ahí de forma desinteresada? Pues la verdad que no tengo ni idea de como hacerlo, porque no manejo el vocabulario suficiente para darles las gracias, porque sin ellos no hubiera hecho lo que he hecho.
No quiero dar nombres porque corro el riesgo de dejarme alguno. Todas estas personas son conocedoras de mi profundo y sincero agradecimiento.
Otra cita que me ha acompañado en 2020, ha sido la de “el mal triunfa cuando los hombres buenos no actúan”. Hoy hay que escribir de otra forma la frase para decir lo mismo “el mal triunfa cuando las personas buenas no actúan”. Lo digo, porque tuve que decidir entre permitir que la mentira reinara en grupo de trabajo por permisibilidad o inacción de los y las responsables del mismo o cortarla de raíz. Y lo curioso, lo difícil de digerir es que habiendo no acertado en las formas, si en el contenido y en el objeto de mi actuación al que cortaron de raíz fue a mí persona. Me expulsaron por incumplir los puntos 3 y 5 del Código Ético del grupo de trabajo.
Me expulsaron sin darme opción a defenderme, mediante un email estándar, sin recibir ni una triste llamada del presidente tras 4 años aportando al grupo trabajo, sacrificio y excelentes resultados. Me costó rehacerme, porque no entendía como yendo de cara con la verdad, podía ser yo el villano. Sin embargo, quienes sabía que me iban a apoyar lo hicieron, y lo hicieron con creces acompañándome o revindicando la injusticia dentro del grupo. También hubo quien me sorprendió para bien y quien me decepcionó tremendamente por la estima personal que les tenía. Un varapalo, que agradezco, porque cuanto antes se caigan las máscaras de la mentira, mejor. Iluso de mí, eran mascaras lo que mostraban algunas personas y no fui capaz de anticiparme.
Tanto apoyo y respaldo, y un par de emails tuvieron su efecto. A día de hoy tengo la oportunidad de volver a ese grupo de trabajo. No tengo duda alguna que volveré. Pero no de momento, porque debo cerrar la herida abierta. En este proceso hubo varias personas que se volcaron incluso comprometiendo su continuidad, destaco a Unai, porque a ese grupo de trabajo llegamos juntos y nos hemos ido juntos, uno obligado y el otro por solidaridad y compromiso con la verdad.
De todo se aprende y la vida sigue. Gracias a esa experiencia, hoy soy mejor profesional y conozco mejor a algunas personas que me rodean.
Cuanto más tiempo pasa, y se olvidan los detalles de lo sucedido, más satisfecho estoy de lo que hice. Me arrepiento de no haber elegido mejor la forma de hacerlo, y sobre todo de no haberlo hecho antes.
Y con todo esto, este año hemos sacado adelante proyectos espectaculares de 5S, implantaciones de Códigos Éticos, implantaciones de sistemas de gestión ISO….y comenzado con un proyecto tan original como es la implantación de un sistema de gestión de empresa saludable en coherencia con los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas). Un bombazo destinado a mejorar la salud de todas las partes interesadas de esta institución en el año de la pandemia.
Un año más que he impartido clase en el Master de Organización Industrial de la facultad de ingeniería de la Universidad de Deusto. Donde disfruto de la experiencia del alumnado y de su curiosidad. Donde me toca evaluar proyectos y poner nota. Y este año, se han salido.
Hace tres años lo dije por primera vez. Lo dije, porque es así. Somos una empresa muy pequeña con impacto brutal. Trabajamos con empresas e instituciones públicas y privadas cuyos servicios y productos ayudan y están presentes en millones de hogares de todo el mundo. Les ayudamos a ser mejores cada vez, y esto a su vez nos obliga a ser nosotros mejores. Somos “followers” incondicionales del Ciclo de Mejora Continua. Le dio forma un consultor hace muchos años y hoy es impensable la vida sin él. Dio forma a algo existente, inherente a las organizaciones que son inquietas y que deben avanzar y mejorar simplemente para sobrevivir.
Y con todo, este es un año que si de mí dependiera lo borraría.
Para concluir este artículo de reflexión una última cita de Martin Luther King: “Si supiera que el mundo se terminara mañana, hoy plantaría un árbol”.
En Bilbao, a 13 de enero de 2021,